sábado, 29 de enero de 2005

La Gran Noche de...

Las primeras escaramuzas me sorprendieron al entrar al antro, como sólo supe después. Quizá el más sorprendido era el propio interfecto que no esperaba que los acontecimientos se precipitasen tan raudamente; y todo por una oportuna rosa, cómo son las féminas.
Por si las moscas, que luego joder jode y bien, nuestro amigo había recorrido boticas en pos de artilugios condenados por la Santa Madre Iglesia. Y es que por muy inmoral que fuere si da gustito que le quiten a uno lo bailao. Y ahí estaba el héroe de la noche, nuestro héroe revolviéndose entre una atmósfera cargada de tabaco barato y cubatas con más hielo que en el Polo Norte. No hay fotos de tal acontecimiento, y puede ser que sea mejor así, le da un aire más romántico a la noche de marras: y ya se sabe que luego verse a si mismos con una castaña de tres pares de cojones y despeinados da corte y vergüenza ajena.

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