lunes, 7 de abril de 2008

El péndulo de Foucault se acaba de parar

Había olvidado el libro. Me despedí de mis compañeros y desanduve lo andado. Dichoso libro. Me quedaban veinte páginas que no podía haber devorado por culpa del tiempo, del trabajo y de personas que ignoran que todo ser vivo tiene ADN, incluida la cebolla. Avatares del destino. Sólo ansiaba volver a casa y leer esas malditas páginas para descubrir quién era el asesino. Aunque ya me lo barruntaba, sólo quería saber si la Agatha y yo estábamos en la misma onda.
Qué tranquilo estaba el museo. Hace veinte minutos ardía de público, gente, la mayoría, que no paraba de ir de una exposición a otra a un ritmo vertiginoso y otra, la menos, que se pasaba tiempo y tiempo en la misma exposición. Y ahora el silencio entre aquellas paredes de cemento y vidrio. ¿Dónde dejé el libro? Ah, sí, allí. Aquí está. Nos vamos.
Sólo mis pasos resuenan en el área de exposiciones y... ¡El mundo se acaba de parar! Contemplo ante mí el espectáculo más aterrador que se puede da en un museo de ciencias: El péndulo de Foucault está parado. El puñetero plano de oscilación ha pasado a mejor vida. Solo, frente a la bola, contemplo el tragicómico teatro que es la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

por favor q se pare el pendulo de foucault a mis 29 añitos...xq veo q el tpo pasa muy deprisa, y no se detiene,y aun me parece q fue la semana pasada cuando hice mis 18 años o incluso q fue ayer cuando conoci a Jose en aquel pueblo perdido de Murcia!!Longi paralo, que la vida pasa muy deprisa!!!...y por cierto la volta a peu ya esta ahi..asi que acuerdate de recoger las dorsales