Me acerco lentamente y miro durante unos segundos. Me voy. Pero me lo pienso y vuelvo a mirar. Lo mismo, el puñetero abismo. Y es entonces cuando doy el salto, pero en mi mente, giro la cabeza en todas direcciones y allá a los lejos, muy lejos, veo lo que podría ser un puente, no sé, no estoy seguro. Me encaminaré hacia allí. Lo importante es que ya se ha superado el más dificil de los precipicios.
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