lunes, 17 de octubre de 2005

Carlitos ha vuelto

Estación del Norte. 9:57 AM. Jose no aparece, llega tarde. El padre de
Carlitos me reconoce con mi barba de náufrago. Aparece en lontananza el
tren Arco. Procedente de la estepa siberiana, vía /acogedor/ aeropuerto
de Frankfurt /donde-el-Carnet-Jove-no-vale-como-pasaporte/, llega la
piraña con sus maletas repletas de ropa sucia ("¿Para qué las iba a
lavar yo?") y regalos varios (básicamente objetos cuya única función es
ser receptores de polvo). Y, /of course/, su mochila en la que
/no-parece-que-haya-un portátil/.
En un bar al lado del puticlub de casa de los abuelos de Carlos nos
hemos tomado unas birritas para celebrar su vuelta, afortunadamente ya
nos hemos mayores y dicha ingesta ha sido debidamente regulada. Ruso no
ha aprendido mucho, y al parecer ha hecho importantes descubrimientos en
el mundo de los conodontos, pero por respeto a /Nature/ mantendré la
discreción. Nos ha terminado de confirmar las fundadas sospechas que
teníamos de que en Siberia hace frío y yo le he visto más delgado,
aunque Jose dice que no es para tanto.

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