De bichos

Es tarde y quiero irme a la cama. Un día agotador al que hay que rematar frente a una pila de apuntes de Estado Sólido. Recibo una llamada, una llamada de un buen amigo. No, no puedo irme de cervecitas. Me voy a la cama en un rato. No, no es que me esté haciendo mayor..., es que mañana tengo jaleo bien temprano. No puedo. Gracias. Cuelgo. Y me giro hacia la estantería. Por un momento veo algo extraño. Y es que hay instantes que son para enmarcar. Y éste es uno de ellos.
Me explico. Hace un par de meses MJ y yo ideamos un sistema infalible para evitar que los insecto-palo procrearan: cambiamos el sustrato del terrario por piedras, ya que los huevos que ponen estos bichos necesitan de los nutrientes del suelo para salir adelante, o eso pensábamos...
Y ahí estaba, frente a mí, una cría de apenas un centímetro. Pero es que a la mañana siguiente descubrimos otras dos. Eso fue hace tres días y hoy ya hay cinco.
No sé si la vida es o no maravillosa pero sí que siempre y a pesar de todo se abre camino. Y eso sí es maravilloso.