Después llegarían las mentiras de un Gobierno, las manifestaciones y las elecciones; por no mencionar la miserable teoría de la conspiración.
Poco después algunos de los criminales se inmolaron al ir a detenerlos, y el resto fue detenido y juzgado. Se pudren en la cárcel; no así los políticos mentirosos que nunca pagaron por sus mentiras de aquellos días y de años posteriores. El periódico y la radio que dieron pábulo a la conspiración siguen aún soltando aquella bazofia, cada vez con mayor letanía.
Un lustro. He pasado por Atocha muchas veces desde aquel día. La gente sigue yendo, siempre, con prisa, corren a coger su tren, mientras, otros esperan la llegada de alguien: un amigo, un amante o una madre.
Madrid fue golpeada aquel día. Pero cuando bajas por la Carrera de San Jerónimo y veo los leones de bronce me digo que la vida no sólo sigue sino que ha de seguir por respeto a aquellos que fueron asesinados ese día y otros días.
1 comentario:
Amen
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