miércoles, 11 de marzo de 2009

Hace 5 años. Recuerdo que me iba a clase de óptica cuando en la radio oí la noticia. Las primeras informaciones confusas de un atentado se fueron tornando en una matanza. Así, sin más. Los trenes habían explotado causando cientos de muertos, heridos y terror; mucho miedo, muchos heridos y los muertos.
Después llegarían las mentiras de un Gobierno, las manifestaciones y las elecciones; por no mencionar la miserable teoría de la conspiración.
Poco después algunos de los criminales se inmolaron al ir a detenerlos, y el resto fue detenido y juzgado. Se pudren en la cárcel; no así los políticos mentirosos que nunca pagaron por sus mentiras de aquellos días y de años posteriores. El periódico y la radio que dieron pábulo a la conspiración siguen aún soltando aquella bazofia, cada vez con mayor letanía.
Un lustro. He pasado por Atocha muchas veces desde aquel día. La gente sigue yendo, siempre, con prisa, corren a coger su tren, mientras, otros esperan la llegada de alguien: un amigo, un amante o una madre.
Madrid fue golpeada aquel día. Pero cuando bajas por la Carrera de San Jerónimo y veo los leones de bronce me digo que la vida no sólo sigue sino que ha de seguir por respeto a aquellos que fueron asesinados ese día y otros días.